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2022-12-06 17:47:05 By : Ms. Sara Chang

Los socios cooperativistas de Orona y Ulma tienen la última palabra. ¿Están dispuestos a desvincularse de la Corporación Mondragon? Su decisión se conocerá el próximo 16 de diciembre. Pase lo que pase en las votaciones, nada será igual desde ese día entre estas dos entidades y el grupo empresarial al que pertenecen. Se ha abierto una brecha tan grande entre unos y otros que posiblemente dejará heridas de difícil curación. El fabricante de ascensores Orona y la firma constructora Ulma, ambas radicadas en Gipuzkoa y con un gran peso económico y simbólico en el grupo Mondragon (antes MCC), han planteado darse de baja de la corporación. Es un cataclismo. El presidente del grupo cooperativo, Iñigo Ucín, señala que “es muy triste lo que está pasando”, aunque asegura que se sienten “con fuerzas para afrontar el futuro con o sin ellos”. “Ya hemos recibido golpes de este tipo en el pasado y conseguimos reponernos”, afirma en una entrevista con Negocios.

La marcha de Orona y Ulma tendría consecuencias de calado en el conjunto del entramado cooperativo. Orona es el quinto grupo europeo en soluciones de movilidad vertical. En 2021 registró ventas por 832 millones y alcanzó un beneficio neto de 84 millones. Terminó ese ejercicio con 5.507 trabajadores, de los que 1.750 son socios cooperativistas. Ulma agrupa a nueve cooperativas y emplea a 5.500 personas (2.789 son cooperativistas). El año pasado facturó más de 900 millones y generó unos beneficios de 66 millones. Ambas representan aproximadamente el 15% de la facturación total del grupo. Los responsables de estas dos cooperativas no han querido explicar a este diario las razones que los han llevado a dar el paso de irse de Mondragon.

El presidente Ucín proclamó tras el congreso celebrado el pasado 15 de noviembre, al que no asistió ningún representante de Orona ni de Ulma, que el futuro de estas “será mejor dentro de Mondragon” y que su salida “no beneficia a nadie”. Días después, la corporación hizo pública la propuesta que estas dos entidades habían planteado a comienzos de junio (“una exigencia tramitada fuera de plazo para ser debatida en el congreso”, según los directivos de Mondragon) al resto de cooperativas para establecer “un nuevo marco de relación”. Pretenden lograr una mayor autonomía empresarial y liberarse de los compromisos económicos que tiene estipulados el conjunto de las empresas pertenecientes al mayor grupo empresarial vasco.

En el fondo, Orona y Ulma pretenden dejar de ser una cooperativa de base adherida a Mondragon y crear una nueva figura de “cooperativa convenida”, a la que se acogerían para no estar sujetos a las normas aprobadas por el congreso de Mondragon y dejar de participar con carácter general en los mecanismos de intercooperación y solidaridad que distinguen al modelo cooperativo creado en 1956. Esta fórmula eximiría de la obligación de aportar una parte de sus beneficios —un mínimo del 13%— al fondo de solidaridad, destinado a ayudar a cooperativas en pérdidas. “La propuesta de no contribuir a la caja común es una fórmula poco solidaria”, apuntan voces oficiales de la corporación, “porque se acoge a las ventajas que tiene el modelo cooperativo y se desvincula de los compromisos”. Y recuerdan que Orona ahora es una firma muy potente, pero cuando atravesó por dificultades fue auxiliada gracias a la solidaridad del resto y recibió ayuda en la gestión de su negocio. Los lazos entre las cooperativas se estrechan también con la reubicación de trabajadores, de modo que el año pasado, por ejemplo, 648 personas fueron recolocadas en otra cooperativa de la corporación.

Ucín opina que “la intercooperación y la solidaridad son más necesarias que nunca” en un momento económico tan delicado como el actual. La incertidumbre instalada en el panorama empresarial solo se puede afrontar, en su opinión, “desde una posición de unidad y manteniendo los valores y principios que han distinguido a Mondragon”. Fuentes consultadas consideran que en la decisión de Orona y Ulma de romper amarras con la corporación “han influido los personalismos y los liderazgos”. Las desavenencias vienen de tiempo atrás y apenas hay canales de comunicación entre los directivos de uno y otro bando.

El divorcio supondría un hachazo a los fondos solidarios que maneja la corporación y una pérdida de potencial, reconoce Ucín: “Orona y Ulma son dos proyectos cooperativos importantes. Para nosotros son una referencia y han sido un orgullo. Si deciden no seguir, será una pena. Mondragon reducirá su volumen de facturación y de empleo. Mondragon será más pequeño, pero no será peor. Y como ocurrió en el pasado, saldremos adelante con fuerza”.

Marta Enciso, profesora de Derecho en Deusto e investigadora en materias como el cooperativismo, la economía social y la innovación social, afirma que la posible marcha de estas dos compañías “no supone un cuestionamiento del modelo cooperativo de Mondragon, porque hasta ahora ha demostrado un funcionamiento perfecto y es un sistema de éxito para el conjunto del grupo”.

Enciso señala que un eventual abandono de Orona y Ulma “no debe interpretarse como un fracaso del modelo cooperativo, porque seguramente estas dos compañías van a seguir siendo cooperativas. El sistema no ha fallado, sino que hay disensiones con la forma de aplicarlo, y esto solo pasa en las entidades que son auténticamente democráticas, con todo lo que ello implica. Ojalá lleguen a un acuerdo”.

El Gobierno vasco apenas se ha entrometido en este debate. La consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, se limitó a constatar que la Corporación Mondragon es “el grupo industrial más importante” de Euskadi y añadió que esta comunidad “necesita un grupo industrial cooperativo fuerte”. Orona y Ulma se sienten con músculo financiero para emprender su andadura en solitario. Aunque en la práctica siguen dentro de Mondragon, se reconocen fuera de su paraguas. Hace ya varios meses que retiraron de sus webs corporativas cualquier alusión a la corporación.

En 2008 ya sucedió algo parecido cuando el fabricante de autobuses Irizar y la compañía especializada en válvulas industriales Ampo aprobaron en sus asambleas salir de la entonces MCC. Enciso indica que “de la misma forma que, tras aquellos movimientos, la respuesta del grupo siempre se dio en términos cooperativos para seguir siendo fuerte, ahora reaccionarán del mismo modo, aplicando los valores y principios que le son propios. El grupo cooperativo tendrá que ver cómo se reubica, pero seguirá en la misma línea”. Ninguna cooperativa en crisis o con pérdidas ha decidido nunca marcharse de la corporación. Las tentaciones de romper con la matriz siempre han llegado de las compañías más fuertes, como sucede ahora con Orona y Ulma. “Esto no nos hundirá”, avisa Ucín.

Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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